Matilda

Roal Dahl

Editorial:Alfaguara

Páginas:284

Precio:14,95€

ISBN:978-88420482873

Matilda es una ávida lectora de solo cinco años. Sensible e inteligente, todos la admiran menos sus mediocres padres, que la consideran una inútil. Además, tiene poderes extraños y maravillosos... Un día, Matilda decide liberarse y empieza a emplearlos contra la abominable y cruel señorita Trunchbull.

Matilda es una de mis películas favoritas desde que tengo memoria. De pequeña estaba absolutamente obsesionada con ella. La veía todos los días y me sabía los diálogos de memoria (bueno, a quién quiero engañar, aún me los sé), pero no fue hasta hace unos meses cuando me enteré de que estaba basada en una novela infantil. En ese momento supe que tenía que leerlo y que me encantaría. Pues bien, no estaba equivocada.

Matilda fue mi última lectura del año gracias a que una persona estupenda y maravillosa a la que quiero un montón (véase, Shey) me lo regaló en un amigo invisible **inserte estrellitas y unicornios de colores**.

Es una lectura rápida, tierna y encantadora. Me duró apenas unas horas, pero mientras lo leía sentía que volvía a tener seis años y que el mundo en general era un lugar mejor. Me gustó muchísimo la sensación de conocer la historia pero que al mismo tiempo fuera completamente nueva.

A pesar de que ambas versiones tienen mucho en común, hay diferencias bastante significativas. Para empezar, la trama. En la novela todo es mucho más sencillo: Matilda nunca se cuela en casa de la Trunchbull, ni se enfrenta a la policía secreta, y la mayoría de las escenas de aventuras que sí coinciden son mucho más suaves en el libro. Por ejemplo, en la película, Matilda y su amiga deciden esconder una lagartija en la jarra de agua de la directora, mientras que en el libro la protagonista no participa en la travesura.

Esto me lleva al propio personaje de Matilda. No se trata solo de que en la película sea más aventurera, sino de que toda su personalidad se construye de forma diferente. En la novela, Matilda es una niña real de cinco años que simplemente tiene la capacidad de mover cosas con la mente, mientras que en la película parece que, gracias a estos poderes, es muchísimo más madura de lo que debería. En el libro podemos observar con claridad la inocencia de una niña pequeña, que sabe multiplicar cifras altísimas y lee a Charles Dickens, pero que tiene miedo a la oscuridad como cualquiera de sus compañeros de clase. Sin duda, prefiero con mucha diferencia esta visión de Matilda. No es tan vistosa como en la película –cuyo objetivo, al fin y al cabo, es el de ofrecer un espectáculo visual más entretenido– pero es mucho más tierna y realista.

Lo mismo ocurre con la señorita Honey. Su descripción física y psicológica en el libro son mucho más inofensivas que en la película (y ya es decir). En la novela nos encontramos con una joven de 24 años totalmente traumatizada por una infancia cruel, lo que se refleja muy bien en su naturaleza introvertida, apocada e insegura. Además, vive en la pobreza más absoluta, en una casa –que apenas merece ese distintivo– en la que no goza ni siquiera de agua corriente. Sin embargo, es allí donde encuentra la paz y la libertad que le dan fuerzas para sobrevivir a su día a día. Esta vida resulta aún más descorazonadora contemplada desde la inocente mirada de una niña de cinco años.

En la película, al contrario, la señorita Honey vive en una casita encantadora, de forma austera pero no precaria, y demuestra bastante más arrojo que el personaje original. Al igual que ocurre con la protagonista, he de suponer que este cambio se debe a que queda mucho mejor en pantalla una chica guapa y risueña a una que tiene miedo de alzar la voz. Pero igual que me ocurría con Matilda, prefiero a la señorita Honey original, porque me transmite mucho más que la cinematográfica.

Antes de terminar, os tengo que advertir de que se trata, por si aún no lo habéis adivinado, de una novela infantil. El estilo de escritura es muy simple, de oraciones cortas y palabras sencillas, pero esto no quiere decir que no podáis disfrutarlo igualmente. De hecho, gracias a lecturas como esta decidimos programar la semana de literatura infantil que estrenamos hoy.

Por supuesto, no a todo el mundo le gusta leer novelas infantiles y prefiere subir de nivel, pero si al final de esta semana hemos conseguido que a algunas de esas personas le entre un poco la curiosidad por el género y le dé una oportunidad a alguna de nuestras recomendaciones, habremos cumplido nuestro objetivo.