Mi nombre es Xégoda, soy una Kescla y así empieza mi historia:
«Unos enormes edificios metálicos se entretejían entre la espesa neblina que cubría toda Ninta…»
Si me acompañáis a lo largo de estos meses os prometo enseñaros un mundo hasta ahora desconocido para vosotros, lleno de riquezas pero también de peligros. ¿Os atrevéis a adentraros en él? Prometo no defraudaros.
Antes de nada me gustaría que me conocierais un poco más, para que el viaje os sea más fascinante.
Para ello he pensado en unas personas de enlace entre mi mundo y el vuestro que puedan ir explicando todo lo que concierne a mi vida y mi historia. Alba os hará de guía y Ana la ayudará en este cometido.
Empezaremos con una entrevista…
Xégoda, ¿qué nos puedes explicar del mundo en el que empiezan tus aventuras?
Nos encontramos en un mundo devastado por la raza humana. La naturaleza es un lindo recuerdo del pasado, pasto de la contaminación y las guerras. Apenas nos quedan recursos y el agua es un bien mucho más preciado que el oro en los tiempos de prosperidad de nuestro planeta. La raza humana ha dejado a un lado la vida para dedicarse a sobrevivir. Somos afortunados los que tenemos acceso a la comida, y esta se reduce a un listado de pastas con sabores salados y amargos. El aire es algo prácticamente irrespirable debido a la contaminación y la reducción de oxígeno en la atmósfera. Vivimos tiempos oscuros en los que prácticamente toda la población muere de hambre y sed, mientras que unos pocos disfrutan de todos los lujos de la tecnología que logró rescatarse tras la guerra.
En la introducción nos explicas que eres de la raza Kescla, ¿qué características tiene tu pueblo? ¿Qué otras razas encontramos en tu mundo?
Los Kescla somos una raza de seres mágicos con apariencia humana, nuestro origen es un completo misterio hasta la fecha. Tenemos una mayor empatía y una esencia mucho más pura que la de los humanos. Tras muchas persecuciones, nuestra raza decidió ocultar nuestros poderes al resto del mundo. Dentro de esta se distinguen tres sub-razas; Kaegil, Kibona y magos.
Los magos pueden controlar los elementos de su entorno e interaccionar con ellos y, aunque siempre suelen controlar mejor algún grupo de elementos, pueden llegar a manejarlos todos: el agua, el fuego, el viento, generación de vegetación, …
Los Kaegil por su parte tienen una percepción súper desarrollada del medio que los rodea, son capaces de localizar los cuatro puntos cardinales con los ojos vendados, escuchar una rama que se ha partido a kilómetros de distancia, percibir la humedad de un lago cercano, oler el aroma de un pájaro al emprender el vuelo, detectar la velocidad del viento, … además de tener unos reflejos, velocidad y una agilidad muy desarrollada.
Los Kibona son Kescla que no expresan la magia de forma aparente, esta es capaz de ser canalizada por los magos e incluso se han dado casos de algún Kibona sin ascendencia mágica que ha desarrollado habilidades, a los denominamos brujos.
Puesto que todas las subrazas tienen un origen común es difícil trazar una línea para dividirlas.
Además de esa naturaleza devastada y de las dificultades de un mundo destruido, ¿hay algún peligro oculto al que pueda enfrentarse un Kescla?
Los Cazadores de Kescla. Son un grupo de humanos que sabe de la existencia de nuestra raza y ha decidido darnos caza. En las grandes ciudades el riesgo de encontrarse a un Cazador es mínima, sin embargo, el salir de los enclaves vigilados supone un peligro mayor para un Kescla que para cualquier humano.
¿Dónde vivía tu pueblo antes de que el mundo se convirtiera en lo que es ahora?
Los primeros datos sobre Kescla se remontan a hace más de 5000 años. En los escritos de los humanos y en nuestras leyendas se dice que provenimos de las estrellas. Los primeros escritos que constatan la presencia de nuestro pueblo se han recogido de lugares como Méjico, Egipto y otros puntos de desarrollo de la humanidad, siempre muy cercanos a construcciones piramidales.
¿Cómo ha llegado el mundo a convertirse en lo que es en tu historia?
Es difícil responder a esta pregunta, dado que después de la guerra se censuraron ciertas partes de la historia. Por suerte, he podido recabar información gracias a algunos libros prohibidos que se salvaron de la quema. Al parecer todo iba bien hasta 2020. Los recursos se agotaron y el mundo entró en una gran guerra hasta que la población quedó reducida a una sexta parte de lo que en su día fue. Las altas esferas se dieron cuenta de que cualquier movimiento acabaría con la humanidad. Los tres núcleos principales controlaban los conocimientos básicos y estaban blindados antes cualquier ataque bacteriológico. Firmaron un tratado de paz y tras este los núcleos comenzaron una nueva era en la que las diferencias entre clases eran mucho más marcadas que en el pasado.
¿Qué piensas que podemos hacer los humanos para que nuestro mundo no acabe como el vuestro?
Creo que el primer paso sería la educación. Educar a las nuevas generaciones y concienciar a la nuestra en que la solución no es competir, sino cooperar. Vuestro mundo y el nuestro no son muy diferentes. Vivimos en un lugar en el que el dinero lo ha eclipsado todo. Damos valor a cosas que vitalmente no tienen ningún sentido. Creo que deberíamos recordar de dónde venimos, cuidar nuestro entorno y cooperar para construir un mundo mejor. Al igual que yo, creo que debéis buscar Kescla, afines a vosotros que os ayuden en vuestra misión.
¿Crees que se podrá recuperar alguna vez el mundo en el que vives? ¿Qué aspectos deberían cambiar si tu respuesta es afirmativa?
Siempre se puede cambiar, pero para ello hace falta mucho trabajo. La naturaleza tiene un poder de regeneración tremendo y los magos pueden hacer brotar la vegetación prácticamente de la nada. Por desgracia creo que en la ecuación sobran los humanos, esa gente egoísta que solo mira en su bienestar sin ser conscientes de que somos un sistema. Creo que si todos cooperáramos podríamos salvar nuestro mundo. Por suerte, los Kescla contamos con Nándidor como vía de escape.
¿Qué sabes acerca de Nándidor?
Según las leyendas de mi raza, Nándidor es el último reducto Kescla que queda en la tierra. Hace miles de años los fundadores encontraron un continente que no se registraba en ninguno de los mapas de los humanos. Vista la violencia y las ansias de poder de esta raza, los fundadores decidieron aislar el continente del resto del mundo, por lo que su naturaleza y recursos permanecen intactos. Nadie sabe la localización de esta tierra prometida, pero desde hace muchos años los Kescla hemos soñado con encontrarla y unirnos a los nuestros, lejos de las devastadoras garras de los humanos.
¿Qué sueños te gustaría lograr?
Encontrar Nándidor y salvar a toda mi raza de ese mundo marchito al que pertenezco.
4 comentarios
Qué creativa forma de realizar una entrada!!
ResponderEliminarGracias!!! Quería darle un enfoque nuevo y diferente. Gracias por pasarte y sobre todo por comentar.
EliminarUn saludo!
No me ha quedado muy claro lo de la magia de los Kescla, pero la reseña es fantástica y tiene un diseño chulísimo. Tal vez me aclare leyéndolo, la verdad, espero que encuentre Nándinor.🍀¡Muy buena la entrevista!
ResponderEliminarMuchas gracias Eli. La magia queda muy bien reflejada a lo largo de la trilogía. Te animo a que emprendas el viaje con Xégoda para saber cómo la emplea.
EliminarUn besazo