La literatura juvenil romántica está llena de estereotipos de todas las clases pero si hay unos que me saquen de quicio especialmente son los que definen a los protagonistas de estas historias de amor. Los roles de género y el machismo instaurado en esta sociedad tan inclusiva y maravillosa en la que vivimos son los principales problemas de que existan algunos personajes-tipo realmente asquerosos.
Antes de empezar quiero aclarar que en esta ocasión solo vamos a hablar de novelas heteronormativas y de los roles que interpreta cada personaje en ellas. Me reservo el odio contra los personajes de las novelas LGTBi para más adelante. Por otro lado, también aviso de que haré spoilers de algunas novelas, series y películas de televisión, pero tranquilos, estarán escondidos como siempre.
El Mario Casas. Dícese de aquel tipo duro que esconde un pasado turbulento y que hará sufrir a la protagonista en más de una ocasión, pero que también tiene un lado bueno y cariñoso que será, de hecho, lo único que mantenga a la inocente chica a su lado. O dicho con menos palabras: el chico malo.
El problema principal de este tipo de personaje es que normaliza y perpetúa la violencia machista y, en muchas ocasiones, la cultura de la violación. Es un personaje que maltrata a la protagonista física y psicológicamente, que la controla, que quiere saber en todo momento dónde y con quién está, y se lo llevan los demonios si la ve con otro hombre.
Por poneros un ejemplo, tenemos el caso del protagonista masculino de Maravilloso desastre, que se enzarza en una pelea estúpida con un tipo en un bar porque se acerca a hablar con la protagonista. Cabe decir que en ese momento ellos habían roto y tras el incidente ella se da cuenta de que lo echaba mucho de menos y vuelven juntos porque se siente más segura a su lado o algo por el estilo. ¿Alguien me explica la lógica? Porque yo no la veo.
Lo que más me molesta sin duda de esta figura de chico malo es que se lo idealiza por encima de sus posibilidades. Se romantiza la violencia, el dolor y las “complicaciones” que surgen a raíz de una relación con alguien así. Se crea la idea de que las parejas son complicadas y discuten (lo cual es cierto), y de que para lograr la felicidad tienes que ceder y hacer lo posible por contentar a tu pareja y no romper (con lo cual me tengo que reír). Obviamente habrá algunos casos en los que haya que ceder (¿qué más da cenar en un restaurante que en otro?) y es muy bonito tener gestos cariñosos con tu pareja que le recuerden lo mucho que le quieres.
Pero lo que no voy a consentir es que estas novelas enseñen a las chicas jóvenes que son ellas única y exclusivamente las que tienen que ceder, que son ellas las que tienen que demostrar lo que valen y sus sentimientos y que no deben esperar nada así de su chico porque son hombres (y ya sabéis cómo son los hombres). No. Simplemente no. Que tu novio se pegue con un tío porque se acerque a hablarte no está bien, no te está diciendo que te quiere; te está convirtiendo en un objeto de su posesión.
Estas actitudes suelen estar justificadas, como decía al principio, por un pasado trágico. Ya sea que el chico provenga de un hogar roto, como que de joven era un poco gamberro y la sociedad ya no le acepta, que su madre murió sin decirle que le quería o que su exnovia murió en una accidente de tráfico por su culpa. Siempre existe un motivo más o menos absurdo por el que la protagonista debe perdonarle su comportamiento y no solo eso, sino apoyarle y ayudarle a mejorar. Lo que me lleva al siguiente punto.
El fuckboy. También se puede ser el chico malo sin necesidad de haber pasado un año en el correccional y estar todo el día metiéndote en problemas (no sé si os sonará El lado explosivo de Jude). Tenemos al de sobra conocido prototipo de hombre que se acuesta con una pobre chica inocente distinta cada día y que tiene un concepto de la mujer bastante desagradable como consecuencia.
Más allá de que también refleje el modelo de sociedad machista en que vivimos (y no precisamente para criticarlo), promueve una idea que me da mucho miedo: la de que la mujer está en la obligación de cambiar al hombre. Me explico. Para empezar, cariño, no soy tu madre. No tengo por qué perdonarte cada uno de tus fallos, ni tengo por qué apoyarte en todo lo que hagas y ser comprensiva. Pero si además todo lo que me vas a ofrecer son desprecios, infidelidades y desagradecimiento... No quiero saber nada de ti. Esto es lo que la protagonista de turno debería responder, pero por desgracia la realidad es muy diferente.
Es el caso, por ejemplo, del protagonista de #KissMe: Prohibido enamorarse, la última novela que he leído del género. Este ser solo concibe a la mujer como un trozo de carne que llevarse a la boca, no les presta atención más que para tirárselas y después las echa de su lado con la mayor rapidez. Si la chica se da cuenta de lo gilipollas que es el tío (lo cual no ocurre siempre) en lugar de mandarle a la mierda y decirle que aprenda normas básicas de persona, suele quedarse a su lado con la esperanza de que cambie. Es decir, le perdona todos sus defectos, humillaciones y desplantes, le ofrece todo lo bueno de sí misma y no recibe nada a cambio. Porque sí, a veces, al final del libro o de la trilogía, el chico “cambia”. ¿Pero cuál es ese cambio realmente? ¿Deja de tratarla mal? ¿Abandona los celos? Para nada. El único cambio es que ya no utiliza a otras mujeres, solo a ella :D
NOTA: querer a alguien solo para el sexo no es malo, pero si no muestras ningún tipo de respeto por esa persona y la tratas como poco más que un objeto, es que eres un verdadero imbécil. Y nadie puede cambiar eso.
Acosador mode ON. He de decir que cuando pienso en esta categoría me viene automáticamente a la cabeza el señor Christian Grey. En mi corta y desastrosa aventura intentando leer el best-seller de E.L. James pasé mucho miedo por culpa de las tendencias obsesivas de su protagonista. En apenas unos capítulos (porque no pude leer mucho más), el muchimillonario se dedica a investigar la vida de la pobre joven, a seguirla, a averiguar dónde vive y dónde trabaja y a presentarse allí por casualidad. Como todos bien sabéis, representa al tipo de personaje masculino que no sabe aceptar un no por respuesta.
Por ejemplo, el protagonista de #KissMe sabe mucho de esto. El chico se pasa la primera mitad de la obra acosando literalmente a la protagonista y rogándole que le dé clases particulares mientras por dentro se dedica a divagar sobre cómo se le mueven los pechos cuando corre y lo fantástico que sería estrujarle el culo, entre otros (qué asco de narración en primera persona, en serio).
¿A qué nos lleva esto? Pues desgraciada e inevitablemente a perpetuar la cultura de la violación. Si has atendido en primero de guardería deberías saber que “no” significa “no”. Que pares, que te vayas, que me dejes en paz, que no quiero verte, que simplemente no. Pues esta clase han debido de saltársela el 90% de los protagonistas masculinos de juvenil romántica.
El frienzoned-boy. No hace falta que ponga ejemplos, ¿verdad? Conocemos de sobra a personajes como Jacob Black, de Crepúsculo, o Simon de Cazadores de Sombras. Me duele incluir esta figura en la entrada porque siempre he sido fan de los amigos de la protagonista, que suelen advertirla de lo penoso que es su novio y son los únicos que ven que a su lado no están bien. Pero hay un problema con el amigo friendzoneado y es que no lo hace por ella. No es un consejo altruista de amigo preocupado, es una orden. Solo quiere que la protagonista deje a su novio para poder estar así con ella.
Incluso dándote cuenta de esto puede que te cueste comprender por qué me parece nocivo este personaje. Hace poco leí un artículo (que si lo encuentro enlazaré a esta entrada) en el que te explicaban bastante bien el concepto de “nice guy”. Ese chico al que hay que querer porque... Bueno, porque te trata bien. Pero eso no es una razón. Si yo no te quiero, no te quiero y punto. Que no seas tan nocivo como el prototipo de chico malo no te convierte automáticamente en mi pareja ideal. ¿Quieres una galletita por portarte como un ser humano normal conmigo? Pues lo siento, pero es que eso debería ser lo normal.
Llegados a este punto no sé si me he extendido mucho o me he dejado muchas cosas por decir. Para empezar, quería hablar también de algunos estereotipos femeninos que me sacan de quicio, pero me quedaba una entrada demasiado larga, así que ya lo abordaré en otra ocasión. Espero que os haya gustado y que me dejéis vuestra opinión.
Como sabréis si habéis leído la anterior entrada, esta es la primera de una serie de entradas sobre por qué no me gusta la literatura juvenil romántica, pero sigo a la caza de una que sí merezca la pena, así que si tenéis alguna sugerencia, estaré encantada de probar.
2 comentarios
Me ha gustado mucho la entrada aunque debo decir que me ha dolido la patata con Simon de Cazadores (aunque tienes toda la razón del mundo con ese tipo de personajes).
ResponderEliminarEstoy deseando leer la próxima entrada de esteriotipos en los personajes femeninos. Besos
Este no fue una excepción y, como siempre, me encantó. Y lo mejor es que luego pude ver a la autora contarle cosas sobre la novela a los chicos de los institutos de Azuqueca en un encuentro (bueno, en realidad fueron tres) organizado por conpeht.net/biografia-de-summer-mckeen/
ResponderEliminar